La barandilla del Puente de América ca. 1904

El Puente de América, ca. 1904, con la playa de Torrero, la desaparecida dársena perteneciente al puerto fluvial del Canal Imperial de Aragón y los bancos de piedra adosados a la barandilla.
Postal coloreada de Lucas Escolá. AMZ
La toma fotográfica para la emisión de esta coqueta postal coloreada por el librero Agustín Allué se realizó en 1904, momento en el que el maestro maderero José González, hijo del no menos virtuoso, Ezequiel González, diseñó esta sencilla barandilla para el Puente de América a la espera de que se colocara la definitiva y modernista proyectada por Ricardo Magdalena, ejecutada en los talleres del maestro rejero, Pascual González.
A menudo se suele confundir a ambos artesanos por compartir apellido, pero es el segundo quien trabajará con Magdalena en diferentes proyectos como el quiosco de la música de San Sebastián en 1907 o la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza de la calle San Jorge en 1913, aunque en este edificio también estuviera José González junto a Mariano Sostre trabajando en la ejecución de la carpintería.
La playa de Torrero ya muestra los banquitos de piedra adosados a las barandillas puesto que fueron aprobados en 1901 y la dársena se encuentra sitiada por pequeñas embarcaciones sobre las aguas mansas del Canal Imperial de Aragón a su paso por el barrio de Torrero.
Queda muy poco para que el edificio de la Vía Pignatelli nº 1 asome tras la dársena bajo la ejecución del constructor Antonio Mingell para diseño de La Figuera y este se lleve a cabo. Puede que ya estuvieran los andamios, tal vez si el fotógrafo hubiera adelantado sus pasos un poco a la derecha tendríamos la certeza…
Mientras tanto, la madrina de Rosario felicita a su ahijada en el día de su santo, esto es, el 7 de octubre aunque la postal haga referencia al 30 de septiembre.
El AMZ no ha compartido el reverso por lo que no podemos saber en qué año fue circulada.
En cualquier caso, 120 años han transcurrido desde la toma fotográfica, probablemente de Lucas Escolá, de esta delicada postal sin que haya perdido un ápice del encanto que tuvo al ser enviada.

