La farsa de los cañones de El Corte Inglés

La escultura de Federico Amutio se presentó en yeso en 1892 sin relación con los Sitios de Zaragoza. Hasta 1963 no se fundiría en bronce para ocupar un espacio en la glorieta de Sasera. Junto a esta, las réplicas de dos cañones realizados ese año y que entonces apuntaban erróneamente a la ciudad, hecho que se corrigió posteriormente. Postal Kolor-Zerkowitz. 1968.
Colección Luisa Olga Sanjuan para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Las gestas de los héroes merecen reconocimiento aunque ya sabemos que en nuestra bimilenaria urbe, ingrata con sus hijos y su patrimonio este no siempre se da, es más, a veces hasta se borra por completo la historia cierta para dar paso a invenciones que se replican en el tiempo como un virus oportunista.
¿Quién necesita la verdad teniendo legiones de páginas que perpetúan con IA copias y pegas acuchillando sin piedad nuestra historia?
Luego vendrán a decir que son los vecinos de las tierras del este quienes nos vilipendian cuando somos nosotros mismos los que no cuidamos ni el contexto ni las fechas de nuestros episodios más señeros.
El caso de los cañones situados en la glorieta de Sasera, más conocidos como “los de El Corte Inglés”, es uno de esos que conviene desmitificar de una vez por todas, puesto que no son elementos reales empleados en ninguna contienda bélica, ni tampoco debemos dar por cierto que fueron utilizados durante las Guerras Carlistas, mucho menos en los Sitios de Zaragoza durante la Guerra de la Independencia.
Ante la insistencia de algunas voces interesadas en mantener la leyenda de que las dos réplicas de artillería que hoy apuntan al establecimiento comercial que da a la glorieta de Sasera, sean los cañones originales que afrontaron los ataques franceses durante el Segundo Sitio de Zaragoza, mostramos el rigor histórico que acompañan las crónicas de la época aquí relatada brevemente, unidas a fotografías realizadas entre 100 y 160 años después de la contienda, que añaden valor documental a unos hechos irrefutables.
Como suele decir cierto presentador de televisión, “Ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad”.
Desde Anteayer Fotográfico Zaragozano hemos realizado diferentes artículos sobre el desaparecido (y hoy parcialmente hallado por nuestra asociación cultural) monumento dedicado a los Defensores del Reducto del Pilar, diseñado por Ricardo Magdalena en 1908 e inaugurado en enero de 1909, como homenaje perpetuo a los 400 héroes que acompañaron a Mariano Galindo, capitán primero del segundo batallón de Voluntarios de Aragón. Aquel 15 de enero de 1809, durante el Segundo Sitio, este abandonaba la defensa del Reducto del Pilar tras cuatro horas de infierno ante las huestes napoleónicas. Hoy queremos además adentrarnos brevemente en las diferentes secuencias temporales que llevaron al escenario situado en la actual glorieta de Sasera, mostrando que la memoria es más frágil de lo que pueda parecer.

Baluarte del Puente de la Huerva, conocido como el Reducto del Pilar, marcado con el nº 15, de forma pentagonal en la parte superior izquierda. 1809.
Archivo Cartográfico del Centro Geográfico del Ejército
Zaragoza estaba siendo mortificada por diferentes flancos desde el día 21 de diciembre de 1808 durante el Segundo Sitio, pero queremos detenernos hasta llegar al Brigadier Antonio de Torres, que en el ataque del día 11 de enero de 1809 sirvió de gran auxilio reduciendo las tropas a sus puestos, sosteniéndolas con su brioso proceder, así como el coronel Gerónimo de Torres en la defensa de la Cortina del Carmen contra los reiterados ataques del enemigo galo, con acertado mando, destacando además el valor de todo el cuerpo de Fusileros y los Artilleros de aquel punto.
Hecho ceniza y escombros el Reducto de San José, tras la pérdida del molino de aceite, a pesar de las bajas francesas en las refriegas, era lógico que el Reducto del Pilar corriera la misma suerte, máxime portando el enemigo 16 piezas de artillería frente a 8 de las nuestras en este mítico enclave. Así se lo hacía saber Bartolomé Antonio Amorós, comandante del punto de Santa Engracia, al capitán general José de Palafox en el parte remitido el 16 de enero del año en curso. El propio capitán Mariano Galindo, encargado de sostener el Reducto del Pilar junto a 40 hombres, 2 cabos y 3 sargentos de la primera compañía, relataba los hechos a su superior al que le hacía saber que desde las cinco de la tarde hasta las nueve de la noche del día 15 de enero se llegaba al fin de la defensa. El centinela José García, avisaba de que el enemigo se aproximaba al foso desde la derecha en dos partes, abriendo fuego los defensores tras comprobar la inminente incursión de los franceses con escalas y tablones, arrojándose estos sin ningún miramiento despreciando los fogonazos de los Voluntarios de Aragón. En ese momento, el centinela Vicente Pérez avisaba del envite por la izquierda entrando un enjambre de 200 hombres luchando con ahínco a bayoneta y fuego repeliendo los defensores hasta donde pudieron. Perdida la posición solo quedaba retirarse continuando con los disparos para guardar el puente de la Huerva que el brigadier Domingo de La-Ripa ordenó volar, encontrándose este en la cabeza de la cortadura, tras cerciorarse de que sus hombres habían pasado al otro lado sin perder ni una sola vida. Caía así la defensa de adobe construida con tres metros de profundidad y forma pentagonal diseñada por el coronel de ingenieros Antonio Sangenís extramuros de la ciudad, en el lado derecho de la Huerva, junto al viejo puente de tablas, no sin antes arrancar de la puerta el lema al que se habían confiado: «REDUCTO DE LA VIRGEN DEL PILAR INCONQUISTABLE DEBIDO A TAN SAGRADO NOMBRE, ¡ZARAGOZANOS MORIR POR LA VIRGEN DEL PILAR O VENCER!».
El coronel Antonio Sangenís moría el 12 de enero de 1809 en la batería Palafox, al otro lado del Huerva.

Inauguración del Obelisco dedicado a los defensores del Reducto del Pilar el 29 de enero de 1909 en la actual glorieta de Sasera.
Fondos Coyne. AHPZ
Difícil de creer entonces que no solo una sino dos de las ocho piezas abandonadas por los defensores en el Reducto del Pilar hubiera sobrevivido a la ofensiva francesa, teniendo en cuenta que hasta esa fecha más de 5.000 bombas enemigas habían asolado la ciudad y que algo más de un mes después, el 21 de febrero de 1809, la ciudad capitulaba. Ni que decir tiene, que en años posteriores durante las Guerras Carlistas, los inutilizados cañones tampoco estaban ni se les esperaba.
Quienes sí estuvieron allí, en primera línea de fuego, en uno de los lugares de mayor peligro, fueron la zaragozana Manuela Sancho y la enfermera Juliana Larena y Fenollé, ejeana de nacimiento que recogió y cuidó con gran valentía a los enfermos durante toda la contienda, por lo que fue recompensada por Palafox con el Escudo de Distinción primero, para posteriormente, concederle el rey Fernando VII, una pensión de cuatro reales de vellón diarios, tras la finalización de la guerra en 1814.
Recuperado el territorio y con los franceses fuera de nuestras fronteras avanzamos en el tiempo casi un siglo después. Zaragoza se enfrentaba a nuevos retos como la modernización y ensanche de la ciudad, el abandono paulatino del campo por la cada vez más industrializada urbe o la conmemoración del Centenario de los Sitios. Para esto último contó con el empuje del presidente de la Cámara de Comercio, Basilio Paraíso, apostando por la reconciliación y la paz en pos del progreso y la buena vecindad. Las fuerzas vivas más conservadoras hacían lo propio con la consigna de honrar a sus héroes, con cierto rencor hacia los franceses, poniendo por delante la gallardía perdida apenas 10 años atrás ante el enemigo norteamericano, intentando mostrar el orgullo patrio tras el desastre de la pérdida de las colonias de ultramar. Paraíso pensó que no era momento de dolerse o de envalentonarse sino de superarse contemplando el pasado con alma pero poniendo a esta en el futuro. Así lo dejó dicho: “Bien está que honremos a los muertos pero también habrá que pensar en los vivos”. Y es que el bueno de don Basilio tenía puestas sus miras al otro lado de los Pirineos desde la puerta del Canfranc, para beneficio comercial propio, aunque también comunitario.
Dicho y hecho, para los fastos de la Exposición Hispano-Francesa de 1908 entre comilona y asignación de cargos, diseño de medallas y dispendios varios, se tomó la decisión de erigir un memorial dedicado a los Defensores del Reducto del Pilar que honrara tal gesta. El lugar elegido, una pequeña replaceta, todavía sin nombre, situada en el vértice entre el actual paseo de las Damas y el paseo de Sagasta, enclave este donde se desarrollaron los hechos. Para ello tuvieron que retirar una fuente de vecindad que daba servicio al colegio femenino del Sagrado Corazón de Jesús y que era aprovechada por las pequeñas industrias, casas y naves colindantes.

Inauguración del obelisco dedicado a los defensores del Reducto del Pilar el 29 de enero de 1909.
Fotografía de Gustav Freudenthal publicada en La Hormiga de Oro el 06-02-1909
Se trataba de un obelisco diseñado por Ricardo Magdalena, austero en sus formas, muy al estilo de los monumentos de la época con sus volutas y su decoración superior con almenas y castilletes en homenaje a los ingenieros militares y a todos los que allí estuvieron, ocupando ese espacio de la placita desde el último trimestre de 1908, mas la inauguración oficial llegaría el 29 de enero de 1909 por problemas de agenda de las autoridades aragonesas y francesas. Para entonces ya no corría prisa puesto que la exposición cerró sus puertas el 5 de diciembre de 1908 aunque en la prensa ya existía cierto recochineo.
Como podemos observar en las fotografías aportadas del día de la inauguración del obelisco, no hay ni rastro de los supuestos cañones que en su día formaron parte del baluarte defensivo del Reducto del Pilar.
Era lógico que no estuvieran porque como ya hemos aclarado unas líneas más arriba, los originales se perdieron en la toma del Reducto del Pilar quedando ese lugar reducido a escombros y nadie creyó conveniente añadir falsificaciones “de juguete”. Nuestros antepasados eran más serios que todo eso.
Reproducimos brevemente cómo fue la crónica del día en el que ni autoridades ni curiosos quisieron perderse: “Con brillantez inusitada inauguróse el 29 del pasado Enero el obelisco que la ciudad de Zaragoza dedica en honor de los heroicos defensores del Reducto del Pilar en 1808. A la hora señalada de las doce constituyéronse en el sitio del monumento las comisiones, corporaciones y autoridades que en espléndida comitiva allí se habían dirigido desde el Palacio de la Diputación, en unión de los niños y niñas de las escuelas y los escolares de cada Facultad, Instituto y Escuelas especiales. Un armón de caballería tirado por seis caballos blancos conducía tres artísticas coronas de la Junta del Centenario, la guarnición y el Ayuntamiento. El palacio provincial y casi todos los edificios de la plaza de la Constitución y calle de la Independencia aparecían engalanados con tapices.
Después de pronunciar un discurso el Alcalde Sr. Fleta, con el que vino á significar el testimonio de adhesión incondicional de Zaragoza á su guarnición, y al que contestó el Capitán General Excmo. Sr. Rodríguez Bruzón agradeciendo en nombre del Ejército el homenaje que á los soldados héroes de los Sitios se tributaba, comenzó el desfile de las tropas en columna de honor y al trote, pasando ante el monumento los cuerpos de infantería, artillería, caballería y el regimiento de Pontoneros. El desfile se verificó con gran lucimiento.”

Memorial dedicado a los Defensores del Reducto del Pilar en el paseo de Sagasta junto a la actual glorieta de Sasera. Ca. 1912.
Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Entendemos que además de solemne, el acto debió resultar de lo más colorido con caballos, guirnaldas, edificios adornados con tapices y un gran despliegue de ciudadanía recorriendo las calles hasta llegar al lugar histórico en el que al fin se honraba a los caídos por la defensa de Zaragoza.
Aquel 29 de enero de 1909 dejaba atrás todo el esfuerzo y trabajo acumulado del Centenario de los Sitios con el éxito de la Exposición Hispano-Francesa a sus espaldas.
Es importante aclarar que cuarenta y cinco días antes, el 14 de diciembre de 1908, ya clausurada la muestra, el escultor Federico Amutio hacía el ofrecimiento del conjunto escultórico presentado en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892, al pueblo zaragozano. Su propuesta realizada dos años antes en Roma, titulada “Por la Patria. 1808” obtuvo en aquel certamen un tercer premio, permaneciendo el original expuesto en yeso desde 1898 en el Museo de Arte Moderno en Madrid. La donación iba dirigida al Museo Provincial de Zaragoza por lo que en ningún momento se pensó en esta obra para ser contemplada en la futura glorieta de Sasera, entre otras cosas, porque Ricardo Magdalena ya tenía rematado y asignado su obelisco para la ocasión.
Los años fueron pasando y la modernidad trajo al paseo de Sagasta todo un catálogo de hotelitos y casitas a cual más burguesa y mejor ventilada. Las vías del tranvía electrificado a Torrero desde 1902 se rectificaban llevándolas al centro del boulevard para después definir aceras y ornamentos, así como la adecuación de farolas de gas a eléctricas, aunque el polvo seguía siendo el enemigo número uno de los bajos de los vestidos y zapatos señoriales o no tanto. El entorno del memorial de Magdalena permanecería intacto hasta que en 1926 se propuso realizar unos evacuatorios subterráneos junto al monumento lo que obligó a realizar las obras pertinentes para tal fin tres años después. En ese tiempo pretérito de las dos primeras décadas del XX llegaron conventos, se ampliaron otros y se podaron los frondosos árboles, el velódromo tuvo otros usos y los preciosos bancos decorados con mosaicos publicitarios de Ruiz de Luna que coloreaban Sagasta empezaron a sustituir a los achacosos asientos de piedra. El “viejo-nuevo” puente sobre el Huerva por el que huyeron los defensores del Reducto del Pilar quedaría oculto bajo una alfombra de hormigón y esa pequeña replaceta que hasta 1931 no tenía nombre oficial, recibiría a don Benito Pérez Galdós como escribiente casi fiel de los Episodios Nacionales en los que Zaragoza estuvo bien representada. Lástima que no le acompañara con la biblioteca que habían proyectado.

El memorial original dedicado a los Defensores del Reducto del Pilar. Al fondo, los tapiales de la Fábrica de Camas de Irisarri antes de su traslado al barrio del Castillo. Ca. 1926.
Fondos Coyne cedida por José Luis Cintora para Anteayer Fotográfico Zaragozano
La guerra civil traería además del franquismo, el ajuste de cuentas en el callejero, dejando tanto a Sagasta como a Galdós sin su paseo y sin su recoleta placita en 1940, para entonces con jardines y sombra en abundancia. Con la plaza del republicano Paraíso no se atrevieron porque apenas llevaba muerto 10 años. En su lugar llegaría Sasera, que nada tenía que ver ni con el reducto ni con nada en general. Ya no veríamos grandes cambios en esa zona hasta que en 1952 el consistorio decidiera actualizar los bancos de piedra por otros de madera y modificara los macizos y arbolado existente.
En 1959, el Ayuntamiento de la ciudad, dirigido por el alcalde digital Luis Gómez Laguna, recibía duras críticas al dejar pasar la efeméride del 150 aniversario de los Sitios, más allá de una serie de loas locales como algún festival de coros y danzas, alguna exposición o el traslado de los restos mortales de Palafox en junio del 58. Y es que los grises años 50 no daban para mucho a pesar de que dijera aquello de que estando él de alcalde no se caía la Lonja. Ciertamente no se cayó pero a cambio convirtió el paseo de la Independencia, a base de pico y pala, en un Scalextric urbano difícil de entender. Igualmente, el siguiente alcalde no puso ni un pero en 1970 cuando los jesuitas demolieron la iglesia de su propiedad, con apenas una docena de años de vida, junto al colegio del Salvador y la glorieta de Sasera.
Debió de dejarle aquello un mal regusto a Gómez Laguna porque en 1963 se acudía al Parque de Artillería (hoy desaparecido) situado entre las calles de Pignatelli y Agustina de Aragón con un presupuesto de 26.575´70 pesetas, para realizar las réplicas de los cañones que hoy decoran parte de la glorieta de Sasera junto a Sagasta y el paseo de las Damas rindiendo un claro homenaje a los defensores. En el entorno y pavimentación con aglomerado asfáltico desembolsó la suma de 44.000 pesetas. Más vale tarde que nunca debió de pensar el ya alcalde yeyé.

Glorieta de Sasera con el obelisco diseñado por Magdalena en 1908 rodeado de jardines, sin los cañones, balas ni cadenas. En primer plano, la desaparecida iglesia y colegio masculino del Salvador de los Padres Jesuitas, hoy espacio que ocupa la sede central de Ibercaja. Al fondo, tras el monumento, el colegio femenino del Sagrado Corazón de Jesús, hoy, El Corte Inglés. 1960.
Javier de Lasala para El Desván de Rafael Castillejo
Así lo contaba el catedrático Antonio Beltrán en el Boletín Municipal de Zaragoza del 2º trimestre de 1963 tras el acuerdo adoptado por la M. I. Comisión Permanente, en sesión ordinaria celebrada el 10 de abril de ese año y publicado en el mismo boletín del 4º trimestre:
“En el <reducto del Pilar>, hoy Glorieta de Sasera, donde un puñado de zaragozanos fuera de las defensas de la ciudad limitadas por el Huerva, puso y cumplió con un rótulo que decía: <Por la Virgen del Pilar, vencer o morir>, había un obelisco de piedra descarnada y letras ilegibles. Ahora la gesta impar se canta en bronce por un hombre del pueblo, con su calzón por uniforme heroico, que enarbola su escopeta para defender hasta el último soplo de su vida el cuerpo de su hijo, casi un niño, que ofrendó su vida antes que él en la común empresa. En medio de un bello jardín, cantonado por dos cañoncitos, copia fiel de un original de principios del siglo XIX, la escayola de Amutio, en el Museo Provincial, se ha hecho lección de historia para los hombres, los niños y los ancianos de hoy.”
En aquellos primeros años 60 la consigna era la modernidad como algo necesario para una capital de provincias como Zaragoza. Todo lo que olía a viejo y triste había que tirarlo y por eso Gómez Laguna ordenó retirar el memorial de Ricardo Magdalena que llevaba asentado en ese lugar 55 años. Lo que sí resultó triste es el olvido al inventariar el lugar donde iban a depositar el obelisco tras seccionarlo a lonchas y mantenerlo escondido durante otros 60 años sin que nadie supiera, ni los propios funcionarios municipales, dónde se encontraba. Afortunadamente, nuestro compañero Manuel Ordóñez Gracia, consiguió identificar los restos (marzo de 2023) en los antiguos depósitos de agua de Pignatelli, en la ampliación del parque, desperdigados y volteados. Al menos ahora podemos visitarlos a pesar del abandono y desprecio manifiesto por parte del actual Ayuntamiento.

Epígrafe del Boletín Municipal de Zaragoza-2º Trimestre de 1963 donde se apunta la aprobación del proyecto en el que constan dos cañones de nueva construcción en la glorieta de Sasera, desmontando la leyenda de que estos eran de la época de los Sitios
El entorno le debió de parecer lúgubre al edil del 63 porque el otro memorial con forma de obelisco dedicado a los funcionarios asesinados durante la huelga de gasistas de 1920, también hizo que lo retiraran del paseo de la Independencia-plaza de Aragón en idénticas fechas, trasladándolo al entonces paseo de Marina Moreno, hoy de la Constitución. Mejor apartar a los muertos y centrarse en honrar a los héroes que esos siempre son eternos y presentes. Por eso recurrió a la estatua en yeso de Federico Amutio que llevaba desde principios del siglo XX en nuestra ciudad tras la donación de su autor. Le pareció adecuado para la remodelación de la glorieta redenominar aquel “Por la Patria.1808” como “A los Defensores del Reducto del Pilar”. De este modo le cambió el nombre y el significado, ya que si bien es cierto que Amutio realizó una escultura inspirándose en la Guerra de la Independencia, esta no hacía alusión alguna a ningún episodio concreto de los Sitios de Zaragoza. De hecho, los protagonistas del conjunto escultórico podrían haber sido los personajes de cualquier enfrentamiento en cualquier lugar de la geografía española metida en el conflicto.

Escultura de Federico Amutio “Por la Patria. 1808”, rebautizado como “A los Defensores del Reducto del Pilar”, recién instalado en la glorieta de Sasera con la reproducción de «dos cañones de principios del siglo XIX», a falta de añadir las cadenas, la munición o los jardines que hermosearon la glorieta. 25 de julio de 1963.
Gerardo Sancho. AMZ
La empresa Codina Escultura en Madrid, fue la elegida para transformar el yeso en bronce y colocar a un supuesto baturro, que no era tal, con su fusil y su hijo, como nos decía Beltrán, aunque no haya constancia de que el autor así lo pensara. Lo único cierto es la evidencia de la utilización de los símbolos para beneficio propio, aunque solo sea en este caso, la loa a nuestros caídos.
Como las prisas no son buenas consejeras, los responsables del Ayuntamiento no cayeron en la cuenta de que los auténticos defensores del Reducto del Pilar apuntaban sus cañones hacia donde se encontraba el enemigo, a las afueras de Zaragoza, esto es, pasada la (ya desaparecida) Puerta de Santa Engracia, y por lo tanto, debían dirigir los disparos mirando hacia Torrero y no hacia la ciudad. Por lo que durante casi dos décadas nos vimos encañonados sin motivo alguno. Afortunadamente, alguien debió de reparar en el error y cuando se realizó la reforma de la plaza en 1981, con la llegada de El Corte Inglés, se rodeó el conjunto escultórico con una fuente ornamental y se cerró un tramo de la glorieta con parte de las rejas del desaparecido colegio, momento en el que giraron las piezas de artillería para reconciliarse al fin con la historia.
En 1996 la Asociación los Sitios gestionó una nueva reparación del monumento a causa del vandalismo. Se repuso el fusil que faltaba en la estatua, aunque no con demasiado acierto, todo hay que decirlo, poco o nada se parecía al original de Amutio. La restauración pudo llevarse a cabo gracias a la desinteresada colaboración de la Academia General Militar, que cedió uno para el molde, y a la Brigada de Caballería Castillejos, autora del trabajo de fundición de la pieza.
Confiamos en que este artículo haya dado claridad a aquellos que han asegurado hasta ahora que “los cañones de El Corte inglés” eran de la época de la Guerra de la Independencia, cuando con las crónicas y hechos irrefutables hemos demostrado que no es así, y que para sorpresa de unos cuantos, los cañones cumplirán 62 años de vida en julio de este año que acaba de comenzar, por lo que invitamos a los guías de la ciudad y aquellos que difunden en redes o en instituciones, actualicen datos y los hagan suyos.

Glorieta de Sasera durante las fiestas del Pilar de 1969. Al fondo, la tapia y colegio femenino del Sagrado Corazón de Jesús, o “las francesas”. La glorieta ya presenta la munición de los cañones, que con el tiempo fue retirada, y las cadenas ornamentales, así como los jardines.
Colección Manuel Ordóñez para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Para terminar esta historia no quisiéramos dejar de reivindicar, una vez más, el abandono que el Ayuntamiento dispensa a las piezas localizadas del memorial original creado durante la Exposición Hispano-Francesa de 1908, que sigue deteriorándose, como ya hemos mencionado con anterioridad, en los antiguos depósitos de agua de Pignatelli, hoy ampliación del parque homónimo.
Unas piezas que forman parte del homenaje que se dispuso en ese lugar sagrado para los Defensores de Zaragoza que pagaron con su vida la invasión de las huestes napoleónicas a nuestra ciudad y que fue diseñado por uno de nuestros más aclamados arquitectos municipales. Es urgente que se le dé la importancia que merece restaurando y trasladando los restos que han llegado hasta nosotros hasta el lugar para el que fueron erigidos, antes de que desaparezcan para siempre, como gran parte del patrimonio de esta ciudad.

Comparativa y recreación realizada por L. Fran Ríos Raffo para Anteayer Fotográfico Zaragozano del obelisco original de Ricardo Magdalena con las piezas halladas en los antiguos depósitos de agua de Pignatelli, hoy ampliación del parque homónimo, abandonadas a su suerte, sin identificación ni respeto por el patrimonio
Como complemento al artículo publicado hoy en Aragón Digital por nuestra presidenta, María Pilar Gonzalo Vidao, ofrecemos tres láminas del “Tratado de Artillería para el uso de la Academia de Caballeros Cadetes del Real Cuerpo de Artillería” escrito por Tomás Morla y cuya primera edición se publicó en 1784.
En ellas aparece el diseño que fue adoptado en 1963 por el Parque de Artillería de Zaragoza para construir los dos cañones que complementaban el monumento al Reducto del Pilar inaugurado ese mismo año, escoltando a la escultura “Por la Patria – 1808” de Federico Amutio y que sustituyó al obelisco que desde 1908 recordaba a los Héroes de los Sitios.
Resulta increíble que eligieran ese diseño con el Escudo de armas de Carlos III y no adoptaran otro de la época del reinado de Carlos IV para realizarlos. Como vemos, el modelo elegido para su reproducción es anterior a la época de los Sitios.




