A orillas del Canal Imperial de Aragón
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Canal Imperial de Aragón a su paso por la desaparecida barriada de Venecia. Al fondo la desaparecida pasarela del mismo nombre.
Instantánea tomada al fotógrafo y postalero Daniel Arbonés Villacampa, 1953
En 1952, concretamente el 6 de junio de ese año, los españoles celebraban el final de las cartillas de racionamiento, aunque si bien es cierto que los fumadores seguían con su cartilla, poco le quedaba de vida a esta última. Pero no todo eran alegrías para el españolito medio, concretamente el sufrido aragonés, quien soportaba constantes cortes de luz que llegaron a llenar de chistes los diarios y revistas de ámbito nacional como "La Codorniz", que hacía burla y befa de la incapacidad de la suministradora eléctrica por mantener el abastecimiento en todos los hogares a nivel estatal, con el consiguiente incomodo.
Apenas un año después, y dejados de lado estos engorrosos problemillas domésticos, España firmaba dos acuerdos históricos.
El primero con la Santa Sede el 27 de agosto, lo que suponía una renovación del Concordato y la supresión de los enclaves en beneficio del régimen de establecimiento de diócesis, provincias eclesiásticas o parroquias, y un pequeñísimo detalle en su primer artículo: el mantenimiento del principio de unidad religiosa en España, pecata minuta; y tras él, el 23 de septiembre, llegarían "Los Pactos de Madrid" por los que el gobierno estadounidense, auspiciada por la administración Truman (aunque firmados ya con Eisenhower en la presidencia) y la homónima española, afianzaban lazos e intereses en favor del comercio, el apoyo militar y la unidad contra el comunismo de la URSS. La guerra fría se convertía en la excusa perfecta para obviar los pecadillos de Franco y su alianza con el fascismo de Mussolini y el nazismo de Hitler, socios naturales durante la II Guerra Mundial, apenas unos años antes.
De nuevo, Franco salía indemne de las balas perdidas, y tras el apoyo de los americanos a su entrada en la ONU el 4 de noviembre de 1950, el resto de países fueron aceptando a regañadientes la llegada de un nuevo miembro. Claro que esto no era gratis, Corea era la moneda de cambio para mantenerse a flote.
Un nuevo avispero (a casi 10.200 kilómetros de distancia de nuestro país) con unas consecuencias que a día de hoy perduran a pesar de la tregua firmada en 1953, aunque realmente nunca se firmò la paz, y que dejaron más de 3.000.000 de muertos, dos millones de civiles, propiciaron unos tratados que dieron literalmente oxígeno al régimen español aislado internacionalmente. EEUU vio con buenos ojos a un nuevo aliado anticomunista en occidente y así se produjo el affaire.
Mientras en el paralelo 38 dos bloques enfrentados avanzaban y retrocedían, recordemos que los rusos habían invadido el norte de Corea en 1945, los americanos llenaban de tropas el sur del país en unas incursiones que no cesarían hasta 1953.
España que apenas podía sostenerse en pie, se veía así inmersa en unos acuerdos importantes para la supervivencia del régimen de Franco y que supuso en pequeñas dosis, algún aperturismo de cara a la galería.
Según un antiguo proverbio chino que dice: «el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo» y que podemos conectar con la teoría del caos de Edward Norton Lorenz, es lógico establecer la conexión entre los dos bloques enfrentados que se mataban a miles de kilómetros, y mientras, aquí, en nuestro país, se recibían algunas mejoras en el nivel de vida de los españoles, al menos en cuanto a los créditos que llegaron desde la Casa Blanca.
Mientras tanto, países como India, neutral en el conflicto y abanderada de un tercer bloque ajeno a la guerra, se planteaba participar en la contienda. Así lo reflejaba la prensa escrita en su portada de Heraldo de Aragón, de aquel año de 1953, en la que el fotógrafo Daniel Arbonés Villacampa, leía plácidamente y ajeno al desaguisado, el diario sentado a orillas del Canal, muy cerca de la hoy desaparecida Pasarela del Canal, en el barrio de Venecia.
Su aspecto impecable hace pensar que se tratara de un día festivo o tal vez se encontrara de visita en el recién inaugurado Hospital de San Juan de Dios, muy próximo al lugar.
Archivo Daniel Arbonés Villacampa para Anteayer Fotográfico Zaragozano.

