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Los inicios del barrio de Montemolín (I)

Puente sobre el Huerva, lugar de tránsito habitual para entrar y salir de Zaragoza atravesando las huertas cercanas de Montemolín, Las Fuentes y pueblos del Bajo Aragón. Al fondo de la imagen, la desaparecida Puerta dedicada al general Baldomero Espartero, duque de la Victoria; y a la izquierda, la iglesia de San Miguel de la Huerva o de los Navarros con su torre y campana de los perdidos. Ca. 1906.

Archivo Mª Pilar Bernad Arilla para Anteayer Fotográfico Zaragozano

Queda mucho por investigar sobre los inicios de uno de nuestros barrios trascendentales de Zaragoza como es el de Montemolín, aunque nos cuentan historiadores y vecinos del mismo como Josi Sauca, Rodolfo Notivol o Murillo Ordovás, entre otros, que este podría estar en el asentamiento de pequeños caseríos difuminados alrededor de un parador para viajeros denominado “Venta de Montemolín” allá por 1866. Tendría todo el sentido ya que en la actualidad este se encontraría situado en la bifurcación de Miguel Servet con la avenida de San José relativamente cerca de la desaparecida Puerta Quemada, denominada también como Puerta del Heroísmo, lugar de cruentas luchas hasta que fue destruida durante los Sitios, posteriormente reconstruida, por la que entraban los productos del Bajo Aragón a su llegada a la ciudad. El edificio o venta de Montemolín, tal y como nos cuentan, se amplió unos pocos años después con una vieja fábrica de “barrilla” (sosa para jabón), que tenía adosada en el muro este de las caballerizas. Esto pudo ser posible gracias al incremento de forasteros y viajeros tras la apertura de la cercana estación de ferrocarril de “Cappa”, denominada así por León Cappa y Béjar, ingeniero que lideró las obras de esa línea férrea, quedando aprobada en sesión en el Congreso de los Diputados el 14 de abril de 1863, con un plazo máximo de construcción de tres años y cuya concesión pasaría a ser propiedad del Estado tras 99 de explotación. La estación de Utrillas, denominada también así por la línea carbonera, cuyo destino se encontraba en el municipio de Escatrón, y que por diversas vicisitudes no llegó a concluirse ni a realizarse tal y como se diseñó de inicio. En cualquier caso, el embrión poblacional ya estaba implantado en un lugar que tradicionalmente había albergado tierras de labor con frondosos olivares, como nos muestran los planos del Primer Sitio durante la Guerra de la Independencia en 1808 trazados por la armada francesa, y que unos meses después, estos aparecen talados en gran medida. Algunas de estas plantaciones serán sustituidas o ampliadas por viñedos aprovechando la cercanía del Huerva y la riqueza que daban los ramales del Canal Imperial de Aragón, el del Plano y el de las Adulas.

A la izquierda, en primer plano, el arco recortado de la primigenia Puerta Quemada. En el centro de la imagen, aislada en la orilla derecha la casa de Aguilar, a continuación el puente sobre la Huerva y el convento de San José en la margen derecha.

Dibujado del natural en 1806 por Lejeune y grabado por Perdoux. «Voyage Pittoresque et Historique de L’Espagne» de Alexandre de Laborde.

Colección José Luis Cintora para Anteayer Fotográfico Zaragozano

No solo las fincas colindantes cambiarían en muchos casos el tipo de explotación agrícola, sino que la voladura del antiguo Puente de San José o la misma Puerta Quemada en 1808 obligaron a modificar las vías de comunicación, añadiendo un paso provisional, desplazando posteriormente unos metros el nuevo puente de su trazado original, y por tanto, los caminos de entrada y salida a la ciudad con dirección al Bajo Aragón. Esto provocaría fluctuaciones en el precio de compra y venta de estas fincas, puesto que las que contaran con una mejor y más cercana comunicación con los accesos al viaducto obtendrían una valoración superior en el mercado.

La incomodidad de la ciudadanía se hizo patente en las calles pero también en la prensa local que no entendía este giro urbanístico, al que se añadía la construcción de la primera puerta dedicada al general Baldomero Espartero, denominada Puerta del Duque de la Victoria e inaugurada en mayo de 1856, diseño del arquitecto municipal Miguel Jeliner. Como las cosas que se hacen deprisa no suelen tener un buen recorrido, el pórtico se levantó en 15 días y tardó otros tantos en caerse tras su instalación, por lo que se tuvo que realizar de nuevo, esta vez con los dineros del ínclito Juan Bruil bajo diseño de Yarza, quedando lista para su estreno en octubre de 1861.

Algunos de estos chascarrillos sobre el derrumbe de la puerta y su posterior colocación podemos encontrarlos en el periódico Saldubense en el que hace apreciaciones como esta: “Símiles, ¿en qué se parece la puerta del Duque de la Victoria a mi gato cuando está durmiendo? En que no mira a parte alguna” o este otro: “Hace buen efecto. La nueva puerta del Duque de la Victoria, aprendiendo de algunos políticos del día, quiere vivir con todo el mundo y no vuelve la espalda a nadie. Colocada con arreglo a las prescripciones del arte o ciencia, podía estar o frente al puente de San José o frente a la plaza de San Miguel, pero, cá! no señor; la cuestión es no enemistarse con puente ni plaza: quisiéramos saber quién ha intervenido en la acertada colocación de la susodicha puerta con el objeto de ver qué razón ha existido para que la infeliz novicia no haya podido decidirse por ninguno de los dos vecinos;…”

Retruécanos aparte, nos percatamos de que junto a la puerta se encontraba el fielato, lugar en el que debía hacerse efectivo el impuesto sobre consumos correspondiente, así como la vigilancia de que no entraran productos fuera del control municipal, y, que puede apreciarse con claridad, en el edificio que asoma en la fotografía que compartimos perteneciente al Archivo Hernández-Aznar realizada en 1898.

Puerta del Duque de la Victoria erigida como homenaje a Baldomero Espartero con motivo de su visita para la inauguración de las obras del ferrocarril Zaragoza-Madrid. En la imagen, ya desprovista de parte de la rejería inglesa que, por empeño de Juan Bruil, la caracterizó. Un tranvía “de sangre”, de la línea del Bajo Aragón, la atraviesa entrando a la plaza de San Miguel. Podemos reconocer, todavía, el edificio esquinero con Reconquista y, al fondo tras las casitas de las Piedras del Coso, la torre de La Seo. 1898.

Silvestre Hernández Gil. Archivo Hernández-Aznar para Anteayer Fotográfico Zaragozano

Este mínimo censo coincidía con torres, además de pequeñas casetas que albergaban aperos y alguna cuadra para bestias, aunque en ningún caso suponía un exceso de vecindad a tener en cuenta. Sin embargo, alguna de estas parcelas ya mostraban una gran actividad agrícola, escrituradas con nombres y apellidos, como la que presentamos en este artículo en primicia y que supone una novedad en cuanto al conocimiento del término de Montemolín, adelantando en ocho años a los estudios referidos por los mencionados investigadores, a quienes dimos a conocer esta noticia hace varios meses.

Se trata de la torre del hojalatero y vidriero Gerónimo Martín, nacido en 1789 en Ababuj, provincia de Teruel, propietario de un establecimiento sito en la calle del Arco de Toledo nº 39, esquina a la plaza de la Justicia, y del que tenemos noticias suyas en ese lugar como mínimo desde 1813. Negocio próspero que le ayudó a acumular diversos inmuebles y terrenos como el que nos ocupa en Montemolín, aunque en este caso lo recibiera por matrimonio. Don Gerónimo contrae segundas nupcias con Pabla Pérez, viuda, nacida en Zaragoza en 1803. Con el transcurrir de los años y sin descendencia, comprobamos desde los protocolos notariales certificados por Mariano Broto, que deciden hacer testamento mancomunado, esto es, “el uno para el otro”.  Tal vez se decidiera a hacerlo nuestro protagonista tras inscribirse en la Milicia Nacional en 1835 participando en diferentes refriegas. Tres años después, en los desórdenes del 19 de agosto, es detenido por realizar disparos de fuego en el Coso, muy cerca de su vivienda habitual en el nº 109, teniendo además otra causa pendiente.

En 1853, el hojalatero y vidriero fallece, y doña Pabla queda como propietaria única de todos los bienes. Cuatro años más tarde la heredera universal pone a la venta la torre que por primera vez cita a Montemolín“A voluntad de su dueño se vende una torre cerrada y arbolada, con muchos parrales flores en toda ella y un florero, con más de 26 á 28 macetas, también con sus flores correspondientes, casa de la mejor construcción y comodidades, con un baño que este sirve también para lavar ropas y lo es de plomo; de un cahíz de tierra poco más ó menos, esto en los términos de esta Ciudad, y partida llamada de Miraflores, confrontante con camino, que sube y baja á Torrero, por Montemolín, con torre de doña Francisca del Rey, olivar hoy cerrado, que lo fue del Hospitalico, y riego que pasa por sus tapias; dicha torre lo fue de D. Gerónimo Martín, el ojalatero; libre de censo y no ha pertenecido á bienes nacionales…”

Comparativa entre el plano ejecutado por el Servicio Geográfico del Ejército en 1866 y vista de Google maps actual de parte del barrio de Montemolín

Superposición entre los planos de Zaragoza de 1872 y el actual, en el que podemos situar la torre de Gerónimo Martín y Pabla Pérez en el barrio de Montemolín señalada en rojo, hoy distrito de San José

Al parecer no encontró comprador esta torre que con anterioridad al 21 de julio de 1857 perteneció a don Domingo Juste y Dª. Elena Alcayne porque tras fallecer Pabla Pérez en noviembre de 1858, nos encontramos de nuevo con otro anuncio, esta vez en el Saldubense del 1 de enero de 1859, en el que los ejecutores testamentarios, cumpliendo con lo ordenado, ponen a la venta varias propiedades, entre las que se encontraba la referida torre.

Por lo tanto, tenemos una nueva fecha, la de 1857, como la primera conocida en la que se cita a Montemolín y lo hace como un lugar acreditado, puesto que no hace aclaración alguna al respecto, especificando eso sí, la vecindad de la torre de Francisca del Rey. El anuncio puede consultarse desde la Hemeroteca Municipal de Zaragoza en el periódico El Avisador del 15 de mayo de 1857.

La finca quedaría enmarcada aproximadamente en lo que hoy es avenida de San José, nº 36, 38, 40 y 42 aproximadamente; parte de la calle del Trabajo y parte de la calle Previsión Social, frente a la plaza Reina Sofía.

En nuevas entregas haremos referencia a otros lugares, escenarios, empresas y transportes trascendentales del barrio de Montemolín a lo largo del siglo XIX y XX como la Granja Agrícola (1884), el matadero municipal (1885), la línea tranviaria del Bajo Aragón (1885), el Frontón Zaragozano (1895), Torre Ramona (1901), Villa Asunción (1908) etc., que desembocarán en la creación de un barrio con su alcalde mantenido hasta 1981, numeración de sus torres o policía rural propia.

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