Los inicios del barrio de Montemolín (II)
La Quinta de San José

Fotografía inédita de la segunda Quinta de San José ubicada en el camino de San José nº 2. Años 40.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano
No solo los vecinos y visitantes de un barrio engrandecen a este sino que las empresas, industrias y comercios hacen que se creen en él vínculos inalterables durante generaciones. Por descontado, la vecindad es puesta en el mapa a través de sus publicidades gracias a la relevancia que las guías de la ciudad o los anuncios insertos en los periódicos de la época tenían y tienen. De esta forma el barrio de Montemolín se fue haciendo cada vez más conocido y mencionado no solo en la prensa local o en los folletos festivos sino que tuvo su importancia en el boca a boca de la ciudadanía zaragozana.
Como ya compartimos en el artículo anterior, este punto ciertamente diseminado se iba ampliando gracias a las fincas de labor, no olvidemos que era una zona todavía sin definir hasta que se engloba a principios del siglo XX dentro del 2º barrio de las afueras, extrarradio eminentemente agrícola, festoneado además de torres como la de Fortis o la de la viuda de Elías Grasa, entre otras, dedicadas a la venta de flores ornamentales, horticultura y arboricultura que se valían de la acequia de las Adulas y de la del Plano generando riqueza a su paso. Creciente además por la modernización de este enclave, primeramente con la llegada de fondas para viajeros encaminados desde el Bajo Aragón como la “Venta de Montemolín”, la construcción del ferrocarril y la estación de Cappa; pero sobre todo, a partir del último tercio del siglo XIX por el traslado del matadero municipal a un edificio imponente de nueva factura obra de Ricardo Magdalena. Casi al mismo tiempo llegaba la línea tranviaria del Bajo Aragón, la apertura de la Granja Agrícola, la inauguración del Frontón Zaragozano o el germen de algunas pequeñas industrias.

Labor de embalaje de árboles en la segunda Quinta de San José.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano
En este diseminado que emergía con entidad propia sin que pudiera considerarse todavía un barrio definido, aunque sí un enclave a tener en cuenta, se estableció el emprendedor zaragozano Mariano Cambra Lisón, nacido el 3 de octubre de 1841, jardinero que había trabajado para la magnífica Torre de Bruil desde la temprana edad de los 17 años por un mísero jornal de 6 Rs., tal y como nos detalla el Diccionario Biográfico de Comerciantes, industriales y agricultores de 1899 cedido gentilmente por la familia Cambra para esta publicación. Su abuelo Mariano, de origen muy humilde, llegado desde Lalueza, Huesca; se dedicaba a la venta de semillas de acacia espinosa o de puñal cuyos frutos eran llamados vulgarmente como garrofas, estos eran recogidos por ambos en los caminos de Zaragoza y transportados para su venta. Así fue como abuelo y nieto entraron en contacto con la mencionada torre. Nuestro protagonista formará parte de la plantilla desde 1858, y, desde 1871 lo hará como jardinero mayor de esa hacienda durante diez años.

Comparativa realizada por L. Fran Ríos del plano de Casañal de 1899, el de 1915 y vista actual. Enmarcadas en azul, la 1ª Quinta de San José (1877) ubicada en la antigua Torre de Sesma, luego de Labastida. En rojo y verde la 2ª Quinta de San José (1885) ambas junto al penal de San José en Montemolín 191 y 193 respectivamente. En lila la 3º Quinta de San José en el camino del Puente Virrey nº 9. AMZ y Google Maps
Decide establecerse por su cuenta en 1877 en unos terrenos que abarcaban seis cahices de tierra ubicados en la antigua torre de Sesma, en Montemolín nº 191, hoy intersección entre el camino de las Torres, Miguel Servet y avenida de San José. Lo hace mientras compagina su trabajo con la mencionada Torre de Bruil aprendiendo sus labores en el campo de la horticultura. A la suya la denominó Quinta de San José, entendemos que por su cercanía con el que fuera Convento de San José ubicado en la antigua calle del Conde Alperche, erigido por los Carmelitas Descalzos en 1595, un lugar vital en los sitios franceses reconvertido en fortaleza por su estratégica situación. Casi destruido por los efectos de la guerra comenzó a reedificarse en 1814, pero con la desamortización de Mendizábal en 1835 tuvieron que clausurarlo. Pasó a ser penal desde ese mismo año hasta 1900 y cuartel de distintas unidades del Cuerpo de Intendencia hasta 1971, derribándose en 1974.
Como decimos, Mariano Cambra Lisón llegó a dirigir la Torre de Bruil desde 1871, cuando ascendió a jardinero mayor en la afamada huerta-jardín tras la renuncia del jardinero Benjamín Leclaire, ocupando este último algún que otro desaire con réplica incluida a sus antiguos contratadores en la prensa local, tras 20 meses en el cargo. Cambra había vivido en primera persona un nuevo cambio de propietarios en la torre de la calle Asalto tras producirse su salida a venta en pago a un préstamo a favor de José Lorbés y consorte, según nos cuenta el BOPZ del 15 de noviembre de 1877, aunque tras una serie de rebotes legales y litigios testamentarios posteriores, la finca fue a parar definitivamente en 1883 a manos de Sebastián Monserrat y Bondía y su esposa, María Jesús de Pano y Villacampa. Suponemos que la inestabilidad generada por todos estos pleitos y la llegada finalmente de un nuevo propietario, por muy prestigioso que pudiera ser este, le dio el impulso necesario para establecerse por su cuenta. De modo que, con la experiencia adquirida, los conocimientos propios más los aprendidos, a pesar de su corta ilustración se embarcó en el arriendo de una torre a la que llamó Quinta de San José, ubicada como hemos mencionado con anterioridad, frente al entonces presidio de San José… aunque no adelantemos acontecimientos.

Fotografía inédita de la Quinta de San José en su segunda ubicación en el camino de San José nº 2 tomada desde Miguel Servet. Años 40.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Enfermedades como la enteritis, la tuberculosis o la neumonía campaban a sus anchas por la Zaragoza de 1869 llevando a la muerte a muchos de sus habitantes. No fue ninguna de estas sino una encefalitis la que arrebató la vida a Isabel Marín Langa a los 25 años de edad, primera esposa de Mariano Cambra Lisón. Antes de eso también perderían a su primogénita, y tres años después del fallecimiento de su mujer, la pequeña Pabla correría la misma suerte con apenas 3 años. Eran tiempos duros en una ciudad que acababa de recibir además los estragos de la revolución la Gloriosa, arrasando igualmente, cualquier vestigio borbónico. En aquel tiempo, como ya hemos comentado con anterioridad, nuestro protagonista trabajaba y vivía en la Torre de Bruil, y suponemos que estos acontecimientos familiares dejaron tristeza y desolación en su persona.
Como no hay mal que cien años dure, un seminarista asiduo a los paseos por la huerta-jardín de Bruil se percató de esta situación y se propuso facilitar una candidata que dulcificara las pérdidas de don Mariano. Se trataba de un aprendiz de clérigo que se encontraba bajo la protección de la acaudalada familia Pratosí, asidua a las visitas a la Torre de Bruil. Esta contaba con una doncella de cualidades que no escaparon al buen ojo del metido a celestino, que no desaprovechaba la ocasión para cantarle al horticultor las bondades de la muchacha, creando la situación de desplazarse hasta la finca para tal fin junto a toda la familia. En algún momento debió de hacerse el encontradizo para propiciar las oportunas presentaciones entre los soleados tapiales y la exuberancia del plantío… y así al parecer surgió el amor. Isidora Andresa Ferrer Benedé, que así se llamaba la doncella, natural de Jaca y llegada a este mundo el 14 de mayo de 1847, unía su vida a la de Mariano Cambra Lisón el 29 de mayo de 1872 aunque el casamiento civil tuvo lugar veinticuatro años después.

Isidora Andresa Ferrer Benedé y Mariano Cambra Lisón posan sentados sobre un banco de madera con soportes de hierro forjado, de pie sus hijos Vicenta y Mariano Cambra Ferrer en la segunda Quinta de San José. Ca. 1892.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Isidora fue una mujer inteligente, con carácter, resolutiva y trabajadora que se hizo cargo de la quinta cuando hizo falta como veremos más adelante. En 1875 nace su primer hijo, Mariano, que fallece nada más nacer y un año después, ve la luz por primera vez, su hija Vicenta entre las frescas sombras de las veredas de la Torre de Bruil. Allí dio sus primeros pasos y pronunció sus primeras palabras. En 1879, Mariano Cambra Lisón permanece como jardinero mayor de la torre, lugar de residencia de la familia hasta el primer cuatrimestre de ese año, momento en el que abandona definitivamente su puesto en la huerta-jardín de Bruil, a la edad de 38 años, para trasladarse a la Quinta de San José que tenía arrendada desde 1877. Presuponemos que en esas fechas los terrenos con sus semilleros y arbolado se encontraban muy avanzados para su explotación y apertura al público.
Isidora estaba encinta de su tercer hijo, al que le ponen el nombre de su hermano fallecido, Mariano. Este vendrá al mundo el 28 de octubre de 1879. Como se suele decir, un niño que nació con un pan debajo del brazo, en este caso con una quinta.
El hecho de que no haya aparecido el nombre de Mariano Cambra Lisón asociado hasta tiempo después con “la torre”, como ha llamado siempre la familia a la quinta, podría indicar una cierta cautela ante esta aventura societaria.
Las primeras publicidades que hemos encontrado de su primera incursión como empresario en su ubicación de Montemolín nº 191 datan de noviembre de 1881, concretamente del día 26, anunciándose como horticultor, jardinero antiguo de la Torre de Bruil y mencionando la proximidad del presidio. Ofrecía al público “…una gran colección de árboles frutales de todas las clases, entre estos 6.000 melocotoneros en doce variedades de todas las especies superiores, árboles forestales, arbustos, rosales de alta copa, francés de pie y trepadores, gran variedad de planteros de flores para primavera, cebollas y raíces de flores, así como plantas de invernadero, semillas de flores y verduras, todo a precios convencionales y servido con esmero, como ya lo tenía acreditado en años anteriores”. Para 1882 ya había sacado su propio catálogo general válido durante dos años, aunque al tener que dejar uno de los terrenos que tenía destinado para viveros al año siguiente, ofreció a su clientela una rebaja del 14% sobre el precio fijado.

Portada del primer catálogo editado por Mariano Cambra Lisón tras establecerse por su cuenta en la 1ª Quinta de San José. 1882.
Biblioteca Nacional de España
En 1883 venía al mundo su hijo Rafael, que fallecería de difteria con algo más de 3 años y que supuso un nuevo mazazo para los Cambra-Ferrer, todavía sin recuperarse de la pérdida de otro de sus hijos, Santiago, un par de años antes.
Sin embargo, el emprendedor Mariano Cambra Lisón se centra en su trabajo y adquiere en 1885 una torre en propiedad justo al lado de la anterior, en Montemolín nº 193, cuya extensión sobrepasaba los 25.000 m2 y es ahí donde va a desarrollar el grueso de su negocio conservando el nombre de Quinta de San José. Un lugar de excelentes condiciones para el cultivo al que accedían a través de unos tablones colocados sobre la acequia de las Adulas, que generaba admiración por su belleza y frondosidad. El pasillo central de la plaza de entrada estaba cubierto por un emparrado, lugar en el que también existió un busto femenino de alabastro de 1893, obra de Dionisio Lasuén, amigo personal de los Cambra, que la familia ha conservado. También un holgado cenador apto para quince comensales en un lugar más alejado de la casa principal era utilizado para las celebraciones más especiales. No eran pocas las señoras de la alta sociedad zaragozana que pasaban el día entre los rincones de la quinta admirando los rosales o el vergel generado entre los jugosos y aromáticos frutales. Para la adquisición de los terrenos contó con el apoyo incondicional de don Carlos Rocatallada Guallart, doctor en Derecho, empresario promotor del balneario de Panticosa, diputado provincial de Zaragoza, senador por la Universidad de Zaragoza y esposo de Adela Castellano y Villarroya. Este le prestó 20.000 pesetas de la época a un interés del 5,5% con plazo ilimitado de devolución, tal y como figuraba en la escritura hipotecaria firmada el 5 de noviembre de 1885. Podemos entender que la amistad entre ambos debió de ser muy importante. Probablemente por los orígenes oscenses de los ancestros de ambas familias, el emprendimiento empresarial que los unía y la bondad de don Mariano Cambra Lisón, siempre en el recuerdo de todos aquellos que lo conocieron.

Fotografía inédita de la segunda Quinta de San José tomada desde la casa de la familia Talamás. Años 40. Al fondo, el gasógeno.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano
1885 también fue el año de la epidemia de cólera en toda España que tuvo su epicentro mortal en Zaragoza, ciudad que registró más de 2.000 muertes, ocasionando miedo en la población a un nuevo contagio durante décadas.
La Exposición Aragonesa programada para ese año tuvo que retrasarse hasta el mes de octubre y lugares como la Casa Zaporta hicieron de hospital e intendencia, y del mismo modo, la Lonja de Mercaderes actuó como registro para contabilizar los fallecimientos. Tras su erradicación a mediados de septiembre, Zaragoza volvió a la normalidad pero con gran cautela, y esta recibió por su capacidad de organización el tratamiento de “Muy Benéfica” para ser usado en el escudo de la ciudad. Los Cambra se libraron al estar en su Quinta de San José y no salir de ella más que lo imprescindible, siendo este lugar un espacio bien ventilado ubicado a las afueras de la ciudad, con poco contacto con la población. A pesar de ello, una de sus criadas perdía la vida por este hecho.
Transcurrida la exposición en el edificio que será el macelo de la ciudad, Mariano Cambra recibirá en 1886 tras su participación en el evento, el reconocimiento de una medalla de cobre (denominada de tercera) por su buen hacer en jardinería. En enero de ese mismo año informa de nuevo en prensa que un mes después está obligado a dejar otros terrenos destinados para viveros, por lo que volverá a realizar un importante descuento en la adquisición de sus árboles y plantas a su estimada clientela.
Los años van pasando y su reconocimiento se ve incrementado sin grandes sobresaltos aunque queremos destacar un acontecimiento importante acaecido en la ciudad diez años después: la llegada y estreno del “kinetógrafo o la fotografía viva” el 28 de junio de 1896. El invento de Thomas A. Edison y William Kennedy-Laurie Dickson presentado en 1891 con patentes de Edison, el predecesor del cinematógrafo, pudo disfrutarse en el Teatro Principal de Zaragoza durante diez días consecutivos a cuatro sesiones la noche antes de que viajara hasta Lisboa, no sin antes recorrer parte de la geografía española. Si lo mencionamos en este artículo es porque el espacio que ocupaba la orquesta en el Teatro Principal había sido reconvertido en jardín para embellecer los pases siendo Mariano Cambra el encargado de su decoración. Podemos imaginar la expectación que generó tal evento a finales del siglo XIX y la gran acogida que este tuvo entre un público ávido de novedades.

Mariano Cambra Lisón y su hijo Mariano Cambra Ferrer en la entrada de la segunda Quinta de San José en Montemolín nº 193 bajo un emparrado que la cubrió en la primera época. A la derecha, Isidora Ferrer y unas señoras. Ca. 1892.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Apenas un año después, el 30 de septiembre de 1897, Mariano Cambra Lisón fallecía a las dos de la madrugada a la edad de 56 años, dejando viuda y dos hijos de su segundo matrimonio: Vicenta y Mariano Cambra Ferrer, de 21 y 17 años respectivamente. Este último será el encargado de continuar la saga familiar por su condición de varón, junto a su madre, doña Isidora Ferrer Benedé. Fue su hermana Vicenta de gran apoyo en los primeros años de transición al contar con grandes dotes para la comunicación con los clientes, la administración de la correspondencia y la logística de la casa familiar ante la juventud y carácter más retraído de su hermano Mariano. Aunque Vicenta desde el inicio forma parte de la sociedad, la abandonará seis años después tras contraer matrimonio con Ramón Sanz Ibarz.
En el catálogo general de ese mismo año de 1897, válido para el siguiente, ya aparecen madre e hijo encabezando el membrete de la empresa.
La segunda Quinta de San José en manos de la familia desde 1885 en la Cartuja Baja o Montemolín nº 193, pasó a denominarse Montemolín nº 160 desde 1898; posteriormente, calle de Miguel Servet, y, finalmente, camino y avenida de San José nº 2. En los terrenos colindantes se ubicó el colegio de la Salle Montemolín, que podemos ver en una de las fotografías cedida gentilmente por la familia Cambra para esta publicación. El nombre de la torre se replicaría años después en una nueva finca ubicada en el Camino del Puente del Virrey. Sería la tercera que llevara ese nombre.

Quinta de San José. Viuda e hijo de M. Cambra. Guía de Zaragoza de 1898. AMZ
En 1899 fallece Charles Philippe Henry Levêque de Vilmorin, destacado químico, botánico y horticultor francés perteneciente a una saga de viveristas cuyas investigaciones habían dejado huella tanto en el ámbito científico como en el agrícola. Cinco años después se lanza una campaña mundial de donaciones para recaudar los fondos necesarios para realizar un monumento que homenajeara su trabajo. Respondieron más de 4.000 suscriptores, muchos residentes de Verrières, pero también 690 extranjeros, entre ellos los hortelanos afincados en Zaragoza Carlos y Lorenzo Racaud, Antonio Fuentes, Manuel Benedicto, Alejandro Palomar, y como no, Mariano Cambra Ferrer; contribuyendo cada uno con la cantidad de tres francos y 60 céntimos excepto C. Racaud que duplicó ese desembolso. Finalmente se recaudaron algo más de 38.000 francos para el Monument Vilmorin. Es importante destacar que las semillas utilizadas en los viveros zaragozanos venían la mayor parte de las veces desde Francia, incluido el de algunos libros o tratados de botánica que eran custodiados con sumo mimo, y que por tanto, el idioma utilizado para el intercambio comercial era el francés, dominado por todos ellos. Mariano Cambra Ferrer y su hermana Vicenta habían recibido clases de este idioma y de dibujo desde niños.

Torre de Las Fuentes vivero de la Quinta de San José con su vivienda para el torrero. Agua del pozo acreditada y charret de Mariano Cambra Ferrer con el caballo “Chato”.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Es más que probable que todos ellos hubieran conocido al homenajeado, puesto que su viuda, Madame Vilmorin, estuvo presente pocos años después representando a su casa comercial en los fastos de la Exposición Hispano-Francesa de 1908 como invitada de excepción junto a Alfonso XIII en una de sus recepciones oficiales.
A principios del siglo XX el negocio crece de tal manera que Mariano Cambra Ferrer adquiere una torre junto a la acequia de Cantalobos, así como un campo próximo situados en el término de Miraflores, partida de las Fuentes, que la familia denominaba “Torre de las Fuentes” y al campo, “el Boquerazo”. En esos años cuentan además con viveros plantados en los campos de Las Fillas, Pallete y Sayús.
Son muchas las personas que se acercan a la quinta, no solo por su belleza o interés comercial sino por lazos de amistad como los Peñalver de Albalate del Arzobispo o como el pintor Juan José Garate Clavero, quien seguramente fue presentado a los Cambra por intermediación de estos. En la Quinta de San José Gárate pintó flores y frutos, bocetos y apuntes de las manos de Vicenta Cambra Ferrer con destino a algunos de sus cuadros. Es evidente que la belleza, el sosiego y la paz de la torre propiciaban el encuentro de artistas e intelectuales desde los primeros años.

Mariano Cambra Ferrer en la torre de Las Fuentes posa con su colección de plantas madres de variedades de peral. 1914.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano
En 1902 los dos hermanos Mariano y Vicenta inician un viaje por toda España para reunirse con clientes y proveedores disfrutando al mismo tiempo de las bondades del país asistiendo a funciones en teatros, verbenas y visitas a museos. Quedaron en la quinta la abuela paterna Miguela Lisón, su madre Isidora y José Domínguez, el encargado y hombre de confianza de la familia. Entre las múltiples cartas enviadas a casa por Vicenta destaca la que hace referencia a la Madre Superiora Rosalía, residente en Orihuela, Alicante. Vivió durante su juventud en la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, junto a la Quinta de San José, lugar que todavía existe y con quienes mantuvieron desde sus inicios una excelente relación de vecindad y cariño.
El 14 de septiembre de 1903 Vicenta contrae matrimonio dejando a su hermano Mariano al frente del negocio familiar junto a su madre. Ese mismo año fallece don Justo Ramón Casasús, padre de don Pedro y don Santiago Ramón y Cajal. Fue don Justo médico de cabecera de doña Isidora, asiduo a la Quinta de San José, lugar en el que criaron cobayas para algunos experimentos realizados por don Pedro, y en los que a buen seguro participó su hermano Santiago, tal y como recuerda la familia.
La segunda generación de los Cambra continuará adelante con el negocio participando en eventos populares como la batalla de las flores organizada por el Ayuntamiento de la ciudad e incluso asociándose con Francisco Codina propietario de los Campos Elíseos de Lérida en 1906, siendo depósito y sucursal de estos. Mención aparte merece destacar su principal actividad, diseñar y plantar jardines, entre los cuales se encontraba el de la Cartuja de Aula Dei iniciado en 1907, el de la familia Buñuel-Portolés en Calanda y varios para la ornamentación de los estands durante la celebración en 1908 del centenario de Los Sitios, así como para los actos conmemorativos durante la Exposición Hispano-Francesa, por los que el comité organizador le otorgó dos medallas de oro con la efigie de los entonces reyes de España, Alfonso XIII de Borbón y Victoria Eugenia de Battenberg. Igualmente, por el lado francés le fueron entregadas dos estatuillas metálicas sobre pedestal de madera alegóricas a la siembra (la semeuse) y a la recolección (la récolte), esta última actualmente ilocalizable.

Vicenta Cambra Ferrer, su esposo, Ramón Sanz Ibarz y su hijo, José Mariano Tiburcio Sanz Cambra. Ca. 1907.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano
En años posteriores, Mariano Cambra Ferrer figura desde 1911 como vocal de la Cámara Agrícola de Zaragoza, presidida por el polifacético Enrique Sagols, a la sazón primo carnal de Dionisio Lasuén y propietario de la Quinta Julieta. Desde ese organismo encabezan diferentes certámenes agrícolas muy del gusto de la época como el celebrado durante las fiestas del Pilar de 1912. Un año después, es premiado en el concurso regional de frutos del campo cuya sede se encontraba en el Palacio de Museos obteniendo “Gran premio y objeto de arte”.
Además de las fincas en el barrio de Montemolín, Mariano Cambra Ferrer también contaba con terrenos para viveros en Utebo, Grisén y en el Lugarico de Cerdán entre otros, desde donde realizaban plantaciones de plataneros, acacias y hasta cultivos de algodón, estos últimos con gran proyección desde los años 20 del siglo pasado. La necesidad de parcelas de multiplicación de material vegetal (patrones de semilla y de multiplicación vegetativa o clonales, parcelas de injerto y bloques de incremento), eran una necesidad en la práctica viverística de frutales de hueso y pepita, que se mantenían máximo tres años en la misma ubicación. Además, la producción de plantas propagadas por semilla, requería semilleros y extensas zonas, a veces protegidas, para cultivo de plantas frecuentemente ya en maceta. Los viveros de árboles de especies ornamentales o forestales, también precisaban de mucha superficie de cultivo.
En lo personal Mariano Cambra Ferrer, el segundo horticultor de la saga, contrae matrimonio en 1914 con María Pilar Ruiz de Velasco, hija de Ruperto Ruiz de Velasco, profesor de la facultad de Filosofía y letras, académico correspondiente de la Historia y director de la Escuela de Música de Zaragoza. El ascenso social de la familia es patente gracias a su trabajo y dedicación a pesar de sus orígenes humildes. La familia crece con la llegada de cinco hijos, el segundo de ellos, Mariano Cambra Ruiz de Velasco, nacido el 6 de noviembre de 1916, será el protagonista de la tercera generación de horticultores. Tras cursar estudios primarios y medios en Zaragoza se titula en la Escuela de Peritos Agrícolas de Villava (Navarra) ingresando posteriormente en el Cuerpo Pericial Agrícola del Estado. Completó su formación como becario en centros de Portugal, Francia e Italia desarrollando la mayor parte de su actividad científica y profesional en la Estación Experimental de Aula Dei de Zaragoza, centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
En 1921 una de sus hijas, Josefina Cambra Ruiz de Velasco, de 15 meses de edad, fallece causando gran pesar en la familia. Siete años después es doña Isidora Ferrer Benedé, madre de Mariano Cambra Ferrer, quien fallece a la edad de 81 años.

Un carruaje mortuorio se detiene frente a la fachada principal de la Quinta de San José, presumiblemente para transportar los restos mortales de doña Isidora Ferrer Benedé hasta el cementerio de Torrero. 1928.
Fotografía de Abelardo de la Barrera. Gentileza de Miguel Pascual Laborda para Fotos Antiguas de Zaragoza
A partir de ese momento queda Mariano, el hijo varón, como propietario único desempeñando las funciones que hasta la fecha llevaba efectuando en la empresa. En ese mismo año de 1928, Ciriaco Sarasa Oteiza, cesa en su negocio de la venta de vides americanas, situación que aprovecha nuestro protagonista para hacerse con la propiedad de esos viveros ampliando así su capacidad de producción. Igualmente, D. Juan Racaud (importante viverista francés establecido en el camino de Las Fuentes, próximo a la Quinta S. José), apellido ya mencionado con anterioridad en este artículo, también fallece y por ello su prestigiosa casa de semillas pasó en propiedad a los Cambra, ya que ambas familias se estimaban mucho y así lo habían dispuesto.
La inquietud de Mariano Cambra Ferrer le lleva hasta Madrid en 1932 para efectuar una charla ante la Sociedad de Horticultura de España disertando sobre “Contribuciones e impuestos”, promulgando llevar una consulta al ministro de Agricultura por la desigualdad de la tributación en relación a la riqueza que creaba la arboricultura forestal y frutal, así como la acción cultural que proporcionaban las plantas ornamentales y flores. Solicitando además una tarifación específica en el caso de que no se tuviera en cuenta lo anterior.
De vuelta en Zaragoza lo vemos en las publicidades de 1935 para la Feria de Muestras Aragonesa alardeando de las más de 200 hectáreas con las que contaban sus viveros, siendo su finca central la ubicada en Montemolín 193, luego nº 160 y actual avenida de San José nº 2.
En octubre de 1947, don José Sinués Urbiola cesa en su cargo tras la jubilación como presidente del Sindicato de Riego de Miraflores, y es entonces nombrado en su lugar Mariano Cambra Ferrer, por ser persona muy apreciada y respetada por los agricultores de Las Fuentes.
Por razones de vecindad, Mariano Cambra Ferrer y Agustín Gericó Nadal, arcipreste del Pilar y creador del Patronato de Obras Escolares y Religiosas del barrio de Montemolín en 1948, fueron amigos de juventud. Amistad que mantuvieron a lo largo de sus vidas. Precisamente en 1948 fallece Mariano Cambra Ferrer siendo su hijo, Mariano Cambra Ruiz de Velasco, el continuador de la saga empresarial en su tercera generación al frente de la Quinta de San José.

Fotografía inédita de la Quinta de San José tomada desde la casa de la familia Talamás. Al fondo, el colegio de La Salle Montemolín. Años 40.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Tras el reparto de la herencia, el campo de riego de la mengranera se vende y por esas fechas el patronato adquiere los terrenos de la Quinta de Miraflores situada en el camino del Puente del Virrey, junto a la tercera Quinta de San José, frente a la que será calle de Cartagena quedando inauguradas las escuelas que llevan el nombre de su precursor, Agustín Gericó.
Era esta tercera finca de San José un lugar curioso por cuanto se accedía a ella a través de un camino particular, dando únicamente al camino de Puente del Virrey un portón presidido con una reja en la que se distinguía perfectamente el nombre de la quinta. Junto a ese camino estrecho y alargado discurría a su paso el riego o acequia de la Mangrana del que se abastecían tanto la Quinta de Miraflores como la Quinta de San José. En aquellas primitivas numeraciones del 5-7 del camino del Puente Virrey se encontraban las instalaciones de acceso, una vez adquiridos los terrenos por parte del Patronato Montemolín. El número 9 era reservado para el portón de la Quinta de San José y el 11 para un edificio particular de principios del siglo XX que hacía esquina con la calle Pablo Remacha.
Las décadas fueron pasando y la primitiva Quinta de San José, ubicada en el Camino de San José nº 2 del barrio de Montemolín, dejó de ser rentable como antaño. De hecho, la familia la mantenía por pura nostalgia, como un lugar de refugio y reunión, motivo por el que se resistió a venderla hasta que en 1956 se ponía punto y final. Todavía habitó la familia la finca hasta 1958 y poco tiempo después sucumbió a la piqueta ye-ye preconstitucional. Aquellos tilos, álamos y castaños que impregnaron con su fragancia el barrio de Montemolín daban paso al impersonal asfalto tras la apertura de la calle Reina Fabiola, también a nuevos bloques de viviendas en una Zaragoza que se avergonzaba una vez más de sus orígenes agrícolas, desapareciendo por completo un concepto de fincas-jardín que nunca más se ha vuelto a dar. Nacía así el “nuevo barrio” de San José, arrasando todo a su paso.

Esquina del camino del Puente Virrey en los números 9 y 11 con la calle de Pablo Remacha. 2006. Ambas edificaciones derribadas en 2016.
Fotografía: Miguel Pascual Laborda para Fotos Antiguas de Zaragoza

Portón de acceso a la tercera Quinta de San José ubicada en el camino del Puente del Virrey nº 9, hoy desaparecida. 2006.
Miguel Pascual Laborda para Fotos Antiguas de Zaragoza
La tercera quinta de Puente Virrey siguió languideciendo hasta que en 2016 comenzaron los derribos para realizar la ampliación de las instalaciones del colegio Agustín Gericó. Lo único que se salvó fue la verja metálica con sus letras insertas en ella: “Quinta San José”, a punto de perderse si no llega a ser por el interés vecinal.
Finalmente, dicha verja se guardó en dependencias municipales mientras duraron las obras y se trasladó a su ubicación actual en la avenida de Cesáreo Alierta, formando un pequeño memorial inventado desde cero, en un lugar cercano aunque completamente descontextualizado del que estuvo originalmente, sin ninguna mención a la propiedad de los Cambra ni lo que supuso para el barrio de Montemolín.

Señalización realizada por L. Fran Ríos de la tercera Quinta de San José ubicada en el camino del Puente del Virrey nº 9, accesible a través de una pequeña senda particular por donde circulaba el riego o acequia de la Mangrana del que se abastecían. Plano 1910-1920 y comparativa actual para Anteayer Fotográfico Zaragozano

Verja y portón de entrada a la Quinta de San José ubicada en el camino del puente del Virrey nº 9, hoy desaparecida. Tan solo se ha conservado la verja. 2006.
Miguel Pascual Laborda para Fotos Antiguas de Zaragoza
Existió mucho antes que este otro memorial de la familia Cambra que sigue vigente de forma natural en los jardines de nuestra ciudad para disfrute de todos. Se trata de un bellísimo ejemplar de Morus alba forma péndula que fue plantado por el servicio de parques y jardines del ayuntamiento obtenido de la Quinta de San José tras su venta, y que se encuentra en la intersección de la calle Manuel Lasala, Isabel la Católica y la plaza del Emperador Carlos V, frente al Parque José Antonio Labordeta.
El espíritu de los Cambra sigue vivo.

Ejemplar de Morus alba forma péndula obtenido de la Quinta de San José y trasplantado cuando tenía 3 años, en 1958. Se encuentra en la intersección de la calle Manuel Lasala, Isabel la Católica y la plaza del Emperador Carlos V, frente al Parque Grande-José Antonio Labordeta.
Fotografía tomada por María Pilar Gonzalo Vidao
“Este artículo está dedicado a la memoria de nuestro compañero Miguel Pascual Laborda y a la Asociación Vecinal Larrinaga-Montemolín.
Desde Anteayer Fotográfico Zaragozano queremos expresar nuestro agradecimiento sincero a la familia Cambra, en especial a Mariano Cambra Álvarez, perteneciente a la cuarta generación de esta saga de horticultores, viveristas y agrónomos, quienes nos han facilitado con gran entusiasmo y paciencia toda la documentación que esta conserva, así como abundante información gráfica para que este artículo de investigación inédito pudiera completarse con el mayor rigor histórico posible”.
Las fotografías han sido cedidas a Anteayer Fotográfico Zaragozano por Mariano, Miguel Ángel y María del Rosario Cambra Álvarez, José Miguel Palou Cambra, Marisa Sanz Salvo y Miguel García Vega, en nombre de la familia. Asimismo se ha extraído variada información del escrito mecanografiado por “Rafael Cambra Ruiz de Velasco (1973). Mariano Cambra Ferrer 1879-1948. Lo que he sabido de la vida de mi padre y lo que recuerdo de mi infancia, adolescencia y juventud, vividas junto a él. Escrito mecanografiado familiar”.

De izquierda a derecha: Paco Palou Cambra, Miguel Cambra Álvarez, María Pilar Palou Cambra, el bebé en brazos es Charo Cambra Álvarez, José Miguel Palou Cambra y Mariano Justo Cambra Álvarez sentados en uno de los bancos de la Quinta de San José.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano

Última foto familiar antes de iniciarse la separación de los habitantes de la Quinta de San José, por el matrimonio de Hortensia. De izquierda a derecha: Rafael, Magdalena, Mariano y Hortensia Cambra Ruiz de Velasco posan junto a sus padres, Mariano y María Pilar. 1946.
Colección familia Cambra para Anteayer Fotográfico Zaragozano



