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Villa Teresa, un hotelito para las alumnas del colegio Santo Tomás de Aquino

Villa Teresa, hotelito situado en las inmediaciones del paseo de Sagasta que acabó piqueteado en 1974. En su época como colegio femenino de Santo Tomás de Aquino su fachada estuvo pintada de rosa, algo que destacaba sobremanera entusiasmando a todo aquel que pasara por allí

Gerardo Sancho, 1968. Archivo Municipal de Zaragoza

En la antigua avenida Central, hoy Zumalacárregui; la calle de Gil de Jasa y la actual Alar del Rey, antigua calle de la Cadena; se encontraba un palacete singular de líneas ¿neogóticas? propiedad de los Delgado-Yarza y que fue alquilado como colegio femenino, Santo Tomás de Aquino.

Ni que decir tiene que en esta ciudad, tan dada a renombrar y apodar a todo lo que se mueva o no, sobre todo si son edificios singulares, este recibió el sobrenombre de «la casa de las hadas», «la casa de las brujas» y nombres similares. Su verdadero nombre: Villa Teresa.

La visión del lugar, principalmente en los últimos tiempos en los que el abandono fue su carta de presentación, hicieron que la fantasía de los lugareños convirtiera un emplazamiento extraordinario en algo fantasmagórico y casi sobrenatural.

Fue este chaletito encuentro de varias generaciones educativas, y aunque no tenemos constancia de la fecha de edificación, sí de su derribo; en el que el Gobernador Civil, (Dios guarde a V. muchos años, así rezaba el escrito que finiquitaba su existencia -la del edificio, no la existencia del Gobernador-) dio el visto bueno con fecha de entrada en registro, aquel 4 de septiembre de 1974 y fecha de salida diez días después.

Sucumbía así uno de los quesitos más apetecibles de la ciudad, dando como resultado un nuevo urbanicidio con la bendición de todos.

D.E.P. entonces.

En planos de 1911 ya aparece esta fantástica construcción que claudicó a la piqueta tras una vergonzosa tortura y desidia acabando como todos sabemos entre montones de basura y la más absoluta ignorancia, tanto de la ciudadanía como de las autoridades pertinentes.

No debió de parecerles cómodo o apetecible a sus propietarios el lugar para residir, porque en la prensa de la época aparecía de forma constante como un lujoso hotel en alquiler que disponía de jardín delantero y trasero, dotado además de toda clase de comodidades. Esto sucedía en 1918 y hasta entrada la veintena. El entorno era sin duda un lugar privilegiado en el floreciente paseo de Sagasta, cuajado de propietarios burgueses dispuestos a destacar en inversiones y poderío arquitectónico, como mínimo creativo.

Villa teresa en sus últimos años antes de ser derribada rodeada de basura. Destaca su singular torreón al que se accedía mediante una escalera de caracol

Gerardo Sancho, 1968. Archivo Municipal de Zaragoza

En 1974, fecha de la firma del fatal desenlace, la finca tenía como ubicación la calle Gil de Jasa nº 24 y Zumalacárregui nº 5.

El hotelito no fue suplantado por un elegante Art-decó ni por un sobrio racionalismo, siquiera por un historicismo aragonés de esos a base de ladrillo «cara vista», sino por la vulgaridad más rotunda de una arquitectura pretenciosa e insensible, tal y como comentaba nuestro compañero, L. Fran Ríos. Fue sustituido por una mole horrible que hace daño a la vista de cualquiera. Como se aprecia en la imagen de Google maps, sobre el solar se levantó el Colegio Mayor Peñalba para residentes numerarias femeninas del Opus Dei.

En 1973 la piqueta mordía aquí y allá dejando los huecos pertinentes para que florecieran edificaciones como setas venenosas. La prensa se alineaba con la modernidad aprendida celebrando la caída de los bloques y casas sin oportunidad de defensa. Hoy lloramos la pérdida de todos ellos.

Ubicación de Villa Teresa sobre plano del Ayuntamiento de Zaragoza de 1911-1920

Al parecer también molestaba esta edificación en los planes de modernización del paseo de Sagasta, avenida de Goya y adyacentes. La pérdida patrimonial fue importante, dejando a una de las avenidas más céntricas prácticamente sin las señas de identidad que discriminan a las ciudades entre aquellas que preservan su cultura de aquellas que practican políticas destructivas. Zaragoza siempre ha destacado por ser de las segundas.

Deberíamos pensar un momento cómo sería el centro urbano si no hubiéramos arrasado todas las villas singulares y les hubiéramos dedicado algo de mimo en su conservación. Probablemente estaríamos considerados dentro de los municipios más singulares del país.

Diario Amanecer del miércoles, 21 de marzo de 1973.

Alzado de Villa Teresa y otra fotografía de Gerardo Sancho realizada en los años 60, poco antes de su derribo. AMZ

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