Jesús Llanas Aguilaniedo, cien años de una muerte prematura

Jesús Llanas Aguilaniedo posa en el laboratorio de Antonio de Gregorio Rocasolano en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, el 29 de febrero de 1920.
Fotografía: Feliciano Llanas Aguilaniedo. La placa de vidrio estereoscópica se encuentra en los fondos fotográficos de la Diputación Provincial de Huesca
Colección Antonio de Gregorio Rocasolano para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Jesús Llanas Aguilaniedo provenía de una familia largamente unida a la ciencia y al conocimiento con antiguo arraigo oscense y tradición en la cirugía desde el siglo XVII. Su padre, Pascual Feliciano Llanas Susiac (Huesca, 1851-1922), regentó con prestancia la botica de Fonz, Huesca. Casó el 10 de marzo de 1875 con Victoria Aguilaniedo y Cossin (Fonz, 1855-1929) de exquisita sensibilidad e inteligencia, dejando como descendencia cinco hijos, tres varones y dos mujeres. El primogénito, José María Manuel Llanas Aguilaniedo (1875-1921), se licenció en farmacia en Barcelona, lugar en el que trabajó, para posteriormente servir en el ejército como farmacéutico provisional en el Hospital Militar de Lérida, incorporándose más tarde a diferentes destinos tras oposición. Su interés por la erudición le llevó a realizar publicaciones relacionadas con la criminalística que han quedado como verdaderos tratados de la época, así como publicaciones periodísticas y literarias como su célebre Alma Contemporánea (1899) elogiada por el modernista Rubén Darío, la naturalista Emilia Pardo Bazán o Valle-Inclán, entre otros miembros de la Generación del 98, a la que José María pertenecía por derecho propio. Igualmente son recordados sus artículos en revistas adelantadas como La Correspondencia de España, La Lectura o en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza. Poseedor de la Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco y pasador de la “industria militar” (1902), recibió además la Medalla de Alfonso XIII (1903). Soltero y sin hijos acabó sus días cuidado por su hermano Feliciano tras ser apartado del ejército con un diagnóstico de enfermedad mental. Solo tenía 45 años.
La segunda hermana, Victoria, se casó con el exportador de vinos Ramón Sarasola Iribarren. Padres de cinco hijos, recalaron primero en Bilbao y posteriormente en Gijón, donde se encontraba la casa familiar a la que regresaba en verano la hija de estos, Pilar Sarasola Llanas; licenciada en comercio y empresaria en Córdoba, lugar en el que regentó junto a su marido la afamada librería Rogelio Luque, luego viuda de Luque, tras ser asesinado durante la Guerra Civil acusado de masón y tenedor de libros marxistas en su establecimiento. Doña Pilar dejó su ciudad de residencia al enamorarse de Rogelio tras un intenso intercambio epistolar en 1923, con apenas 18 años. Fue toda una institución por su labor en la apertura de la cultura cordobesa y por su dignidad en defensa de la memoria de su esposo. En la fotografía podemos verla de niña junto a sus tíos, abuelo y dos de sus hermanos.

Jesús Llanas Aguilaniedo posa con tres sobrinos, hijos de su hermana Victoria; su hermano mayor Feliciano, y su padre, Pascual Feliciano Llanas Susiac en Huesca.
Fondo Feliciano Llanas Aguilaniedo
Fototeca de la Diputación Provincial de Huesca para Anteayer Fotográfico Zaragozano
El tercero de los hermanos, Feliciano Llanas Aguilaniedo (1881-1936), continuó con la tradición familiar licenciándose en Farmacia en Barcelona para establecerse a continuación en Huesca, lugar donde ejerció su profesión en la botica familiar, ya que esta se había trasladado a la capital oscense en 1898. Casó el 20 de febrero de 1909 con Pilar Almudévar Casaús, de casa muy prestigiosa y opulenta de Siétamo, tal y como avanzaban las crónicas sociales. En 1920, el fallecimiento de su primogénito a la edad de 10 años, conocido cariñosamente por los más cercanos como “Fafano” deja un hondo pesar en Feliciano. La muerte parecía cebarse con esta familia, con cuatro hijos más a las espaldas quedó viudo de forma prematura en 1929, casándose con la hermana de su viuda, Teresa Almudévar Casaús, dos años más tarde.
Fue miembro de la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana de la Provincia de Huesca, integrante de la agrupación “Turismo del Alto Aragón”, destacando además su afición a la fotografía, hecho que nos ha permitido conocer unas 1500 placas de vidrio y algunas copias en papel conservadas en los fondos fotográficos de la Diputación Provincial de Huesca de los momentos más íntimos de su familia y amistades, como las instantáneas tomadas en el laboratorio de la Universidad de Zaragoza en las que retrata a su hermano pequeño Jesús, y al catedrático en Física y Química Antonio de Gregorio Rocasolano; quienes mantuvieron una estrecha relación como maestro y discípulo. Suyos son por tanto los clichés estereoscópicos en los que vemos al científico zaragozano posando con birrete a contraluz, entre otros conservados, así como tres fotografías en las que aparecen ambos posando separados y conjuntamente con otros científicos en la universidad, probablemente celebrando la concesión de la medalla de oro de la ciudad al científico zaragozano, así como las 15.000 pesetas de subvención del Ayuntamiento de Zaragoza para investigaciones bioquímicas en el laboratorio que Rocasolano dirigía.
Unas copias en papel se conservan en el álbum familiar del propio Gregorio Rocasolano, que hemos tenido la fortuna de digitalizar, estudiar y dar a conocer desde nuestra Asociación Cultural Anteayer Fotográfico Zaragozano.
Su hermana María Patrocinio Llanas Aguilaniedo era la 4ª de los cinco hermanos, se casó con el ingeniero geógrafo del estado, José Cardús Luna en 1908; producto de ese matrimonio nacerían sus dos hijos, Patrocinio y José. La unión se truncaría con el temprano fallecimiento del esposo, hecho agravado en 1916 con la muerte de Patrocinio. De nuevo, como ya hizo antes con su hermano, José María, Feliciano acogió a los pequeños huérfanos y los crió como suyos.

Jesús Llanas Aguilaniedo posa en el laboratorio de Investigaciones Bioquímicas de la Universidad de Zaragoza, dirigido por Gregorio Rocasolano, el 29 de febrero de 1920.
Fotografía: Feliciano Llanas Aguilaniedo. La placa de vidrio estereoscópica se encuentra en los fondos fotográficos de la Diputación Provincial de Huesca
Colección Antonio de Gregorio Rocasolano para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Finalmente llegamos a Jesús Llanas Aguilaniedo, el quinto de los cinco hijos, protagonista de estas fotografías que hoy presentamos, nacido el siete de abril de 1898 en Huesca. Obtuvo el bachillerato en 1914 en la misma ciudad con la nota de sobresaliente. Ese mismo año se incorpora a la Facultad de Ciencias para cursar estudios en la Universidad de Zaragoza, culminando estos en 1918. Si bien podemos comprobar en su ficha académica que contaba con cuatro sobresalientes y otros tantos notables, nos llama la atención los seis aprobados, tres de ellos en convocatorias extraordinarias. A pesar de ello, en la prensa de la época se le pondera como de hombre cultísimo, entendemos que tras su doctorado en Ciencias Químicas, cuya tesis doctoral apadrinó el propio científico Antonio de Gregorio Rocasolano, a cuyas órdenes y en el laboratorio de investigaciones bioquímicas estuvo durante cinco años, además de diez trabajos propios de investigación publicados sobre Bioquímica (Química de alimentación), y una memoria declarada de mérito por la Real Academia. Prestó sus servicios como ayudante en el Laboratorio Municipal de Zaragoza, recibiendo de su director un informe laudatorio por su actuación. En la Facultad de Ciencias y en la Escuela de Artes e Industrias cooperó en la enseñanza e incluso acompañó a Gregorio Rocasolano representando a España en las conferencias realizadas en las Universidades de Toulouse y Montpelier por el científico zaragozano. El propio Jesús Llanas firmó los reportajes en el diario “La Crónica de Aragón” alusivos al periplo académico los días 6, 8 y 12 de mayo de 1920, apareciendo en prensa en días posteriores. Dicho periódico estaba dirigido por el pedagogo Domingo Miral, amigo personal de Gregorio Rocasolano, por lo que el seguimiento e interés en ese medio fue notable.
Jesús Llanas Aguilaniedo también patentó un aparato de su invención para la preparación de Electrosoles, adoptado y en uso en el Laboratorio Central de Sanidad Militar de Madrid de la época y en el propio laboratorio de su mentor, Gregorio Rocasolano. Fue propuesto en 1921 por el rector de la universidad como becario de la Sociedad Abonos Minerales Nitrificantes de Huelva, dotado con la cantidad de 24.000 pesetas; honor que compartió con el también doctor en Ciencias Químicas, Mariano Clavero Buil, con la misma cantidad económica.
En enero de 1923 se da a conocer la publicación “Química”, órgano de la Asociación Nacional de Químicos, en la que en su nº 3 aparecen los socios fundadores entre los que se encuentran Jesús Llanas Aguilaniedo con el número 29, y su mentor, Antonio de Gregorio Rocasolano con el 70. Entendemos que en esta ocasión, el pupilo se adelantó al maestro.

Jesús Llanas Aguilaniedo posa junto a Antonio de Gregorio Rocasolano en el laboratorio de Investigaciones Bioquímicas de la Universidad de Zaragoza el 29-02-1920.
Fotografía: Feliciano Llanas Aguilaniedo. La placa de vidrio estereoscópica se encuentra en la Diputación Provincial de Huesca
Colección Antonio de Gregorio Rocasolano para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Llegado febrero de 1924 es nombrado director del Laboratorio Municipal de Huesca por unanimidad ante los méritos presentados, así como ayudante de la Sección de Ciencias en el Instituto General y Técnico de la capital oscense. Lo vemos además anunciado en prensa en meses posteriores como parte del profesorado en el Liceo Oscense, propiedad de Florencio Fuyola Paraíso; dando clases de física, química, historia natural, fisiología, higiene y agricultura.
Antes de terminar el año se anuncia en prensa su regreso a Zaragoza tras haber permanecido en Barcelona durante un viaje de estudios. En marzo de 1925 realiza una exitosa conferencia en el Teatro Principal, “Química de lo vivo y de lo inerte”, en la que el alcalde de la ciudad le dedica palabras de cariño y recuerdo a su hermano José María, fallecido cuatro años antes, y en la que el propio conferenciante también recordaba a su padre, desaparecido en 1922. Todo se trunca cuando en el mes de mayo enferma de forma repentina experimentando altibajos en su salud hasta que finalmente fallece durante la madrugada del día cuatro de agosto de 1925, con tan solo 27 años de edad. En el camino dejaría inacabada una fulgurante trayectoria profesional, también en lo personal a su afligida novia, Florinda Uriz Torramiláns; hija del que fuera General de Brigada, Gobernador Militar de Huesca y Capitán General de Aragón interino, Hilario Uriz Ruiz y de doña Lucía Torramiláns Bover. Junto a su hermana Felisa, nacida en Tenerife, formará parte de la burguesía local zaragozana y oscense, asistiendo a todo tipo de actos, desde la Fiesta de la Flor, presidiendo festivales futbolísticos, verbenas tenísticas, viajando a los Sanfermines junto a su padre, su puesta de largo o la decoración de panderetas en recitales musicales para soldados en el frente. En 1922 se presentarían al examen para capacitarse como damas enfermeras en Huesca, lográndolo ambas sin problema.
Florinda quedaría impactada con el fallecimiento de su prometido, hecho que al parecer le costó superar, por lo que se mantuvo soltera durante toda su vida, conservando además una relación estrecha con la familia de su pretendiente. Tanto es así, que en aquel tiempo, residente en Zaragoza, visitaba a la madre de Jesús en Huesca durante los meses en los que esta estuvo enferma e incluso se hospedaba por temporadas acompañada de su hermana en la casa familiar de los Llanas Aguilaniedo, incluso tras el fallecimiento de doña Victoria en 1929 como un miembro más.

Jesús Llanas Aguilaniedo posa junto a su prometida, Florinda Uriz Torramiláns, en un lugar no identificado, presumiblemente en Huesca entre 1918 y 1923.
Fondo Feliciano Llanas Aguilaniedo
Fototeca de la Diputación Provincial de Huesca para Anteayer Fotográfico Zaragozano
Aunque Florinda no llegó a contraer matrimonio con el malogrado Jesús Llanas, entre su parentela política siempre mantuvo un estatus de total confianza y cercanía, como si de su viuda se tratara. Tanto es así que tanto ella como su hermana Felisa asistían a las celebraciones más íntimas como bodas o bautizos y así quedaba reflejado en las crónicas sociales de la época llegando a amadrinar en agosto de 1935, a Alfonso Carlos Lama-Noriega Cardús, hijo de la sobrina de Jesús, Patrocinio Cardús Llanas. Por su parte, los Llanas también correspondieron asistiendo a eventos familiares como el enlace matrimonial de la hermana de Florinda, Felisa Uriz Torramiláns. Tras la boda de Felisa en la capilla privada del colegio del Salvador de Zaragoza el 28 de febrero de 1930, con apenas invitados por el luto por su madre fallecida unos meses antes, esta se trasladó a vivir a Palencia junto a su esposo, el cirujano Nazario Martín Escobar. Allí nacieron sus hijos y hasta allí le acompañó su hermana Florinda, quienes finalizaron sus días en Madrid, ya fallecido el esposo de esta, lugar donde fijaron su residencia y donde ambas recibieron sepultura.
A cuatro meses del centenario de la muerte de este notable científico oscense hemos querido homenajear tanto a su persona como a aquellos más cercanos que lo acompañaron en vida, mostrando una pequeña parte del álbum familiar del sabio zaragozano Antonio de Gregorio Rocasolano, que siempre lo tuvo presente como discípulo pero también como un amigo en quien depositó su total confianza.
Queremos dejar constancia además de nuestro agradecimiento sincero a la Fototeca de la Diputación Provincial de Huesca, que con su mimo y generosidad ha hecho posible la conservación del archivo de Feliciano Llanas Aguilaniedo, su consulta y difusión, lo que nos ha permitido establecer comparativas con los positivados en papel que conserva el álbum de la familia de Gregorio Rocasolano, hoy depositado en el Archivo fotográfico de la Universidad de Zaragoza, con los negativos realizados en placas de vidrio que la fototeca de la DPH conserva, quedando demostrado que provienen de los disparos de cámara realizados por el hermano de Jesús, Feliciano Llanas Aguilaniedo, salvo el positivado fechado en abril de 1920 en el que aparecen todos los integrantes del laboratorio, ya que no disponemos a día de hoy, información sobre su autoría.

De izquierda a derecha, el doctor Manuel Ardid, el doctor Juan Mariano Clavero, el doctor Juan Martín Sauras; el doctor Juan Bautista Bastero, el doctor Jesús Llanas Aguilaniedo y el mozo de laboratorio, Julio. Sentado a la derecha, el catedrático Antonio de Gregorio Rocasolano en el laboratorio de Investigaciones Bioquímicas de la Universidad de Zaragoza, en abril de 1920.
Colección Antonio de Gregorio Rocasolano para Anteayer Fotográfico Zaragozano

